La trascendencia y los sentidos de la percepción
El alcance de la percepción sensorial humana nunca deja de sorprenderme. Nuestra capacidad para disfrutar de las complejidades y los detalles de sabores, olores, texturas, así como del mundo visible y audible es nada menos que sorprendente, habida cuenta de nuestra maquinaria biológica. Nuestro sentido de audición es especialmente agudo, siendo capaz de discernir frecuencias a partir de tan sólo 20 ciclos por segundo, y hasta más de 20.000 ciclos por segundo. Podemos apreciar diferencias de intensidad en una amplitud tan grande que la ciencia tiene que utilizar una escala logarítmica (la escala de decibelios) para describir nuestra capacidad. De hecho, podemos detectar un sonido tan leve que equivale tan sólo a 2×10¯¹° de presión atmosférica.
Nuestra capacidad visual no es menos sorprendente. Aunque la gradación de la luz que podemos percibir (longitudes de onda de 360 Nm a 720nm) es pequeña en comparación con nuestra gama de audición, podemos detectar cantidades de luz infinitesimalmente pequeñas en esta magnitud. De hecho, la retina muestra respuestas eléctricas, cuando es alcanzada por tan sólo uno o dos fotones de luz. ¡Estamos, efectivamente, percibiendo acontecimientos en el nivel cuántico!
Cada percepción sensorial desencadena un complejo circuito dentro de la corteza cerebral, que procesa los estímulos sensoriales y contribuye a su interpretación. En el caso de sabores y olores, las áreas límbicas del cerebro pueden ser especialmente activadas, lo que proporciona una contrapartida emocional a nuestra experiencia sensorial. Nuestro procesamiento de los sonidos es también bastante complejo, con la activación de ciertas partes de la corteza cerebral por ciertos tonos que nos hace percibir un armónico más grave del sonido original, además del sonido transmitido por nuestros oídos.
El proceso de trascender en la práctica de la técnica de Meditación Trascendental [MT] se caracteriza por la experiencia de un pensamiento en niveles cada vez más sutiles de la mente, hasta que el pensamiento mismo es trascendido, y alcanzamos la infinitamente asentada y gozosa fuente del pensamiento. El pensamiento mismo puede ser considerado como una forma más sutil de percepción sensorial. Por lo tanto, podemos decir que trascendemos por medio de uno de los sentidos. Debe ser posible trascender utilizando cualquiera de los cinco sentidos. De hecho, Walter Koch, una de las primeras personas formadas por Maharishi Mahesh Yogi como profesor de MT, que enseñó a miles de personas a practicar la técnica de MT, solía usar una analogía visual del trascender. Nos pedía que imaginásemos que estábamos viendo una locomotora alejándose hacia el horizonte. Llega un momento en que somos conscientes de la forma más sutil del tren en el horizonte, y luego desaparece, y nos hacemos conscientes de la inmensidad del propio horizonte.
Aunque sea posible trascender mediante cualquiera de los sentidos, en la práctica es mediante el sonido en el nivel del pensamiento como trascendemos más fácilmente. Nuestro sistema nervioso ha evolucionado para poder apreciar la variedad de alturas, intensidades y timbres que afectan la actividad neuronal. Los aspectos más fundamentales de la naturaleza, las primeras manifestaciones relativas del campo unificado, se expresan en forma de ondas, que podemos describir como sonidos. Así que es lógico que el sonido, experimentado en niveles más y más sutiles de la mente, nos lleve de manera natural a ese campo unificado de consciencia pura de donde surgen todos los pensamientos. Y en el proceso de llegar allí, esa cualidad del sonido, como una ligera idea, produce una respuesta integrada de la actividad eléctrica en todo el sistema nervioso. Se podría decir que mediante el sonido creamos armonía neurofisiológica. Toda nuestra fisiología resuena con esa armonía al volver a la actividad después de meditar… y ni siquiera hace falta saber cantar bien…