Descubriendo el orden de la naturaleza—en la consciencia humana
Estoy sentado cerca del océano, aquí en Carolina del Sur, tomando un descanso muy necesitado de la actividad. Estoy volviendo a descubrir el orden en la naturaleza. Es tan relajante, tan regenerador. Observar el flujo y reflujo me hizo pensar en el poema “The Idea of Order at Key West”, de Wallace Stevens en el que menciona “el genio del mar”. Hay quienes hablan de genio o inteligencia, como si fuera algo que solamente los seres humanos poseen, su morada “el castillo de la inteligencia.” El famoso poema de Stevens hace una reflexión sobre la imaginación, la realidad y el orden: ¿De dónde proviene la apariencia de orden? ¿De nuestra imaginación o de la naturaleza misma? ¿Y, cuál es la relación entre los dos?
Acá, en el océano, el orden se manifiesta claramente: las olas fluyen de forma metódica, como lo han hecho por quién sabe cuánto tiempo; el reloj del sol, la luna y las estrellas; la constancia de las mareas; el bucear del pelícano. Es como si la naturaleza supiera lo que está haciendo. Buckminster Fuller lo llamó “el saber hacer de la naturaleza.” Tal vez este sentido de la armonía subyacente es, al menos en parte, lo que atrae a la gente al mar y por lo que tanta literatura se ha explayado en la experiencia de la mar.
La visión de Maharishi es que la vida está estructurada como el océano: las olas de la actividad y el cambio son visibles en la superficie, pero la mayor parte de la existencia está por debajo de la superficie – y todo ello, desde las ondas que cambian, hasta la profundidad silenciosa, son una y la misma sustancia. Esto también describe la estructura del universo físico tal como la entiende la ciencia moderna, y arroja luz sobre el origen del orden en la naturaleza. La física cuántica se esfuerza para que sea factible “la teoría del campo unificado” o “la teoría final de todo” que identifica la fuente subyacente del mundo fenoménico diverso. El físico John Hagelin se refiere a este campo más fundamental como “un único campo unificado de inteligencia en la base de la naturaleza”, que puede ser “directamente experimentado por la mente humana”. De este modo, el campo unificado y toda la vida pueden ser vistos como un océano de consciencia o inteligencia.
Para que una ola en el océano disfrute de su verdadera condición, todo lo que tiene que hacer es asentarse; entonces se convierte en el océano sin límites. Ésta es la meditación. La mente se asienta en el interior, en niveles más y más finos, hasta que el más leve impulso del pensamiento es trascendido y se experimenta la fuente del pensamiento. No es un artificio intelectual o emocional, sino un cambio mecánico natural en nuestro estado de consciencia, que involucra cambios fisiológicos tanto como un cambio de consciencia. (Es tan real que uno no tiene que entender o creer en el campo unificado o la consciencia pura para experimentar la trascendencia y disfrutar de los beneficios).
Desde esta perspectiva, la meditación es un medio para experimentar directamente el campo unificado de la consciencia, recurriendo a las reservas de la naturaleza ilimitada de energía e inteligencia, en beneficio de todos los aspectos de la vida. El campo unificado y su orden perfecto no está sólo por ahí, subyaciendo y apoyando todo en la naturaleza, independiente de la existencia humana; también ha sido descubierto dentro de nosotros – en palabras de Wallace Stevens, residiendo más allá del pensamiento y del sentimiento, más allá de los confines del espacio, “al final de la mente”.